Uno de los elementos más bonitos de todo el recinto es la gran cascada que también fue construida durante el mandato de Pedro el Grande. Esta gran fuente fue construida inspirándose en la que el rey Luis XIV tenía en su palacio estival de Marly y destacan los innumerables chorros de agua, las estatuas doradas y la cascada que desemboca en la avenida del agua.
El Palacio de Peterhof, también conocido como Petrodvorets, es la antigua residencia de los zares en San Petersburgo. Formado por un palacio y sus jardines, en los que hallamos multitud de fuentes y construcciones, fue mandado construir por Pedro el Grande a unos 29 kilómetros de San Petersburgo a principios del siglo XVIII. Conocido como el Versalles ruso, una visita a este palacio se hace imprescindible si hemos llegado hasta San Petersburgo. De él llama la atención las grandes escalinatas del Palacio, que están cubiertas por fuentes y cuyo encendido cada mañana es un espectáculo en sí mismo.
Lo que más destaca de la visita son los jardines y el palacio.
Peterhof fue residencia real hasta 1917, cuando se abrió al público. Durante la Segunda Guerra Mundial quedó muy maltrecha, curiosamente por culpa de Stalin, que prefirió dinamitar Peterhof para impedir que Hitler pudiera celebrar allí una fiesta.
Por su parte, la Iglesia de San Pedro y San Pablo justo a la entrada del Petrodvorets, es otro de los lugares de inevitable visita en la zona.
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